11 de julio de 2013

El efecto 9 semanas y media


Texto: Lesan Mora
Foto: Google

Hay películas que pasan desapercibidas dentro de la iconografía popular, y otras que dejan una marca indeleble en la sociedad de este nuevo siglo que acabamos de emprender. Y justo esta es una de ellas, ya no tan solo porque significó la entrada en el firmamento Hollywoodense de Kim Bassinger; convirtiéndola en mito erótico de los noventa, si no por ella en sí misma y el impacto que causó tanto en medios cómo en la crítica.
Y si no contéstenme a lo siguiente , ¿quién no ha intentado emular en alguna ocasión,—o le hubiera gustado hacerlo—,alguna de sus escenas más inmemorables ?. Pocos de nosotros entraríamos dentro del porcentaje del no, más que nada y siendo francos con nosotros mismo, hemos de admitir que a lo mejor ciertos hilos argumentales están algo borroso, lo no sucede lo mismo con ciertos pasajes.
En especial con el del streap-tease.
Supongo que esto sucede por algo que sería inútil negar: Hay una enorme dosis de morbo en el juego de poder que se establece entre l@ que se desnuda y el que el observa. Movimientos estudiados, cuerpos de infarto, música sensual y lencería sugerente son los complementos ideales para captar la atención del espectador, sin necesidad de que haya un contacto físico entre ambos.
Pese a que no es necesario ser una profesional para hacerlo. No hace mucho, en un programa de la televisión nacional hablaron de una página Web donde se vendían distintos tipos de kits que permiten excitar la sexualidad en la pareja. Al que me refiero en concreto llevaba unos zapatos de tacón rojos, dinero de juguete, un CD donde se explican algunos pasos y una barra plegable ajustable a la altura de cualquier habitación. No recuerdo si llevaba algún elemento más, aunque tampoco me parece que sea muy importante; con lo que he dicho, hay más que suficiente como para cumplir una fantasía que anime nuestro quehacer cotidiano.
Si bien su poder está en el hecho en sí mismo. Y es que aquel circunscriba sexo al simple mete y saca, está más que equivocado. — Por muy absurdo que esto suene para más de uno—, en ese terreno, cómo en cualquier otro, también influye el cómo seducimos, interpretamos, cómo preparamos el escenario: Unas velas, incienso, sabanas de seda, luces tenues, etc., etc, etc. Ahí es donde entra en juego el streap-tease. Más que nada porque es una poderosa arma para conquistar al ser que tenemos frente a nosotros. Y no me estoy refiriendo solo al femenino, sino también al masculino.
Históricamente se nos enseño que la anatomía femenina tenía que ser cubierta; ni se permitía el desnudo total para algo tan íntimo cómo el aseo diario; por lo que terminaron trocándolo en algo prohibido, en algo que si el hombre ansiaba conseguir, debía de perseguir, incluso robar. Aún me acuerdo de lo que contaba mi abuela: En su juventud, los chicos se colocaba bajo el puente de madera con la esperanza de vislumbrar los tobillos de las chicas cuando se les levantaba la falda en un día de viento… Era algo erótico, prohibido, tentador para ellos, y algo que ellas tenían que evitar a toda costa para mantener intacta su honra.
Desde entonces es indudable que la vida ha dado un giro de ciento ochenta grados.
Aún así, jamás he dudado que en un pedazo muy hondo de nuestro subconsciente sigue subsistiendo aquel antiguo tabú sobre la anatomía femenina..
Por más que ahora es un anacronismo bastante absurdo en un mundo de minifaldas de 10 cm y tops palabra de honor, todavía permanezca ese pudor sobre la desnudez femenina… Vamos, esa es mi opinión….No obstante, supongo que algunas cosas están demasiado arraigadas en nuestro subconsciente colectivo cómo para que cambien así cómo así; por más que hayamos dado los primeros pasos en el siglo XXI…
Aunque viniendo de mi, tal vez todo esto suene algo hipócrita, ya que soy la reina de las pudorosas a la hora de mostrarme desnuda, — más que nada porque nadie mejor que yo conozco mis defectos—. En cuanto al baile… Bueno, si descontamos el que estoy algo sorda, le hemos de agregar el que Dios no me doto con demasiado sentido del ritmo. Aún así, si me pongo a ello, logro hacer mis pinitos.
Llegados a este punto, rompo una lanza a favor de Julio Meden y la película Lucia y el sexo; puede que algunos hombres sean torpones en eso del baile. Pero, ¿ quien dice que las única que hemos de jugar seamos nosotras?. Ellos también han de poner de su granito a la hora de conquistarnos, al fin y al cabo el sexo siempre ha sido asunto de dos y si pretendemos alcanzar la igualdad de condiciones se habría de potenciar tanto en uno cómo en otro sentido.
Pese a que dudo que en algún punto del camino llegue a equipararse.
Más que nada porque en el streap-tease femenino entra en el juego diversos potentes fetiches de la imaginería erótica:
1. —La lencería femenina. Que a estas alturas del partido ya posee un universo propio dentro del terreno de la sensualidad y por la que muchos hombres se confiesan abiertamente incondicionales. Ahora, algunas de nosotras, —entre las que me incluyo—, no somos las más expertas a la hora de sacarle el partido a nuestro guardarropa más intimo. Aún así, yo no lo contemplo cómo un paso previo al sexo sino cómo un elemento más de nuestra indumentaria diaria; algo que nos hace sentir bien, guapas, seductoras. Pues si esto es así se refleja en nuestro exterior haciendo que los demás lo adviertan. Y si quereis veros así, esta es un arma que te ayudara a la hora de cautivar a esa ser tan especial que hace que se te menee el piso.
2.—Los tacones: En concreto el de aguja, —todo un clásico dentro de la iconografía fetichista—; algo de lo que me confieso más que adicta, ya que no solo cambia la figura de una mujer, si no que es un foco a la hora de atraer la atención. Es más, muchos me han confesado a la cara que es lo primero en que se fijan: Unos zapatos bonitos, unas uñas bien cuidadas, movimientos lentos, cadentes, suaves, que hacen que muchos se quede embobados cual presa antes de la caza.
3. — La barra vertical: Para los profesionales es un punto de referencia que les ayuda a construir sus coreografías, que se convierten en verdaderos espectáculos malabares dignos de ser admirados por cualquiera. De hecho no hace mucho, en las noticias vi que en la ciudad de Los Ángeles, algunos gimnasios han puesto de moda una disciplina gimnástica nueva que aúna yoga, con los movimientos y la sensualidad de las strippers y si la memoria no me falla, también con algo de los equilibristas circenses.
En cuanto al territorio patrio, sé que en algunos centros deportivos, se ha comenzado a impartir una disciplina similar. Disfrazada bajo el manto de clases para mantener viva la atención dentro de una pareja; pero cada vez más son los que la utilizan como una forma de hacer ejercicio similar al aerobic o el spinning. Y si no piensen en lo siguiente. ¿Dónde han visto una stripper con celulitis o gorda?... Raramente, por no decir que ninguna.
La verdad es que en el mundo del sexo, donde todo es deseo y piel, es tan importante el acto en si mismo cómo la ambientación. Por lo que, ¿qué hay de malo en ayudarlo con unas clases de streap-tease?, la verdad es que nada. Es más, puede ayudar a poner un poco de pimienta en la vida sexual de muchas parejas ahogadas por el hastió de la monotonía.
Sin embargo muchos son los que me lo rebaten. Y creo que el problema radica en el hecho en sí mismo, en el que, —aunque no lo parezca—, la desnudez femenina continúa siendo una gran traba… Algo, que en apariencia estimamos superados, pero que a lo mejor no es tan así…..
Al menos esa es mi sincera opinión.

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